Más de uno me tendrá envidia...
Nada más salir he recibido un regalo que he disfrutado mucho, tanto que me ha parecido poco. Y es que ha comenzado a llover, sí, justo en el momento de salir. Una lluvia fina, constante, pero que no calaba mucho, que acariciaba. No había nadie por las calles, apenas tráfico, parecía que la lluvia había venido a visitarme a mi, a llevarse mis malos humores al igual que estaba limpiando la atmósfera e impregnaba todo al típico olor de tierra mojada, al igual que de alguna manera me limpiaba a mi. Así que he pasado un rato muy agradable, acompasado, por un lado la refrescante lluvia cayendo para mi, por otro, mi paseo cadencioso, relajante, hipnotizador y por último mi música, ¿qué sería de uno sin su propia banda sonora?.
En fin, que cuando he salido de trabajar me he llevado una grata sorpresa y la he disfrutado, tanto que no merece la pena que siga intentando describir cómo ha sido.